Entrada guiada, Lectura fácil de Cristina Morales
El tema de los gizakiak
Lectura fácil resulta ser una novela tan completa y contundente que va a suponer, por lo menos, un ejercicio mental para que el lector se cuestione muchas “verdades”, estereotipos y políticas sin comerlo ni beberlo. Puede que su lectura no sea tan fácil como anuncia Cristina Morales, sin embargo, creo que no deja a nadie indiferente y tiene el poder de hacerte parar a pensar y romper los esquemas de los lectores cuyo recorrido en la lectura, como es mi caso, es mínimo. Así, esta obra se muestra como un ataque descarnado a numerosos problemas e incongruencias estructurales que caracterizan y adornan nuestra sociedad desde la raíz y con una crudeza que espanta.
Para empezar, cabe decir, que la representación de las personas discapacitadas (que resultan ser las protagonistas de este libro) en los medios es patética. Y me voy a ceñir a hablar sobre las personas con discapacidades de carácter mental o intelectual (aunque el término en sí ya me parece un poco absurdo, porque las cuatro protagonistas de Lectura fácil me parecen mucho más “capaces” e inteligentes que muchos que me rodean y cuya inteligencia sigue los caminos hegemónicos. Quizá podríamos inventar un concepto (que quede entre tú y yo) para referirnos a las personas consideradas con discapacidad… Es que me da rabia ya de por sí inventar un nombre en vez de decir, “estas personas” sin ningún adjetivo que lo acompañe, porque me molesta que se les tome como distintos, como si de otra raza se tratase. Pero voy a ser hipócrita porque es una realidad que se trata de un colectivo que vive marginado y cuya representación (ahora me pongo a explicarlo, estamos aún con el dilema del nombre) es distinta a la de los no discapacitados. ¿Qué te parece “pololo”? En Chile se usa pololo para llamar a tu novio. Me parece súper cuco. Bueno, no tiene mucho sentido. Venga va, lo tengo. Las vamos a llamar “gizakia”, que significa “humano” en euskera, así lo único diferente del nombre es que está en euskera, pero no le añadimos ninguna connotación negativa e innecesaria. Allá vamos, me acabo de marcar una parrhesía Natiniana importante) porque considero que la representación de las personas con discapacidades más relacionadas con la funcionalidad son más fidedignas y no se esfuerzan tanto en tratar de dar una imagen como de pena (aunque no se puede negar que, de forma general, la figura de los gizakiak (ojo que el corrector detecta el plural de la palabra y añade una “k” al final) se suele victimizar con frecuencia en los medios).
Como hablamos en clase, desde Campeones (Javier Fesser, 2018) hasta Forrest Gump (Robert Zemeckis, 1994) vemos una representación de los gizakiak empeñada en generar una reacción tal que el espectador ponga un “pobrecito” en sus labios. Se espera tan poco de ellos, que cualquier avance resulta una revolución (ojo, que esto no es malo, me parece bien premiar a los gizakiak cuando se realizan como personas y avanzan en el trabajo por construir su identidad, el problema está en que las metas y objetivos que se les ponen a los gizakiak tienen unos estándares tan bajos que se les acaba infantilizando). Con este tipo de posiciones, la representación de estas personas va a rondar constantemente el sentimiento de pena y el trato como si fueran tontos.
Así es como incurrimos en la retórica de lo maravilloso que desarrolla Garland-Thomson, en la que el valor que se les atribuye a los gizakiak es únicamente sentimental y siempre buscando el morbo emotivo, impidiendo reflejar una realidad que acoja aspectos verosímiles de la vida de un gizakiak y no únicamente de victimización. Es curioso, porque cuando yo vi la película de Campeones, caí de lleno en la intención que se tuvo al crearla (que no digo que se hiciese con mala intención, pero una vez más se cayó en los topicazos de los gizakiak) y pensé muchas veces “qué pena” y “pobrecitos”, pero es que es lo que te aboca a sentir con esa representación tan simple, plana e infantil de los gizakiak. Y por esto Lectura fácil ha supuesto algo de aprendizaje para mí. La posición que toma la autora encarnando a cuatro mujeres totalmente distintas pero que a la vez todas comparten la realidad de ser gizakiak, resulta imprescindible para dejar de verles como las “otras” y empezar a identificarnos con ellas y posicionarnos de forma empática por sus vivencias reales y no por la cultura de la empatía del pobrecito. La novela rompe con las representaciones pésimas de los gizakiak y apuesta por una representación digna, para hacer entender al lector que la realidad de un gizakia no es tan distinta a la tuya como nos han pintado.
Cristina Morales actúa de forma muy inteligente a la hora de integrar y naturalizar las vivencias de los gizakiak mediante distintos métodos. Uno de los más evidentes a lo largo de la novela se personifica en Angels y es el tema del humor y el tono irónico. Cuando una mujer gizakia te plantea una situación bochornosa que ella misma ha tenido que experimentar burlándose y riéndose de esta, el lector adquiere conciencia de lo inútiles que son esas situaciones en sí. O en el caso de la novela en formato lectura fácil que Angels está escribiendo por whatsapp, la exageración en la definición de cada uno de los términos que utiliza y la justificación de cada construcción gramatical que hace, supone una sátira de la propia lectura fácil y de cómo de tontos se consideran a algunos gizakiak. Al leerlo viniendo de una de ellas entiendes la gravedad del asunto, como quejándose y criticando la narrativa de lo maravilloso que mencionábamos antes. También, el personaje de Nati y su carácter parrhesiano supone una figura imprescindible para romper con toda representación del típico gizakiak en medios. Nati, más que ser incapaz, reúne unas capacidades sobresalientes y un nivel intelectual admirable y envidiable. La capacidad que tiene de encontrar cada concepto político con una situación en su vida (aunque en algunos momentos se invente algunos conceptos, que también hay que ser un genio para crear un concepto y otorgarle una definición coherente) resulta de alguien que de tonto no tiene un pelo. De hecho, ¿nos hubiésemos dado cuenta de que Nati era gizakia si no fuera porque se dice explicitamente que tiene un porcentaje bastante alto de discapacidad? Quizá nos hubiese chirriado el hecho de que dé su opinión a diestro y siniestro en cualquier situación y bajo cualquier circunstancia, pero ¿hay alguna norma escrita sobre cuándo hablar y cuando no?¿quien dicta los turnos de habla más allá de un juez durante un juicio? (que también se salta los turnos con la jueza). Nati se incorporó a nuestras vidas desde que abrimos el libro por primera vez para hacernos cuestionarnos absolutamente todo, el por qué de los portés, el porqué de las jerarquías en clase de danza, el porqué de la marginalización a los gizakiak… Literalmente, Nati es la gizakia que no cumple ninguno de los estereotipos de los gizakiak. Y me parece importante que Cristina trabaje en eliminar esa visión infantil que tanto se ha otorgado a los personajes y dotarlos de una inteligencia y un gusto para asuntos sociales (la política en el caso de Nati) de manera exquisita.
Me parece que esto si es dignificar a los gizakiak y no lo que se hace en Campeones (que no es que esta película sea un crímen,sólo que es la película que tomo de referencia porque tengo más reciente, pero que no hace más que caer en prejuicios que no hacen ningún bien a nuestra cultura y empatía por el otro; o sí, pero de una manera muy distorsionada y alejada de la realidad), pues la lucha por su integración se hace desde su lado y no desde una posición totalmente contraria a ellos.
El personaje de Marga también supone muy importante para poder ver en acción no sólo la involucración en el mundo político de forma teórica sino también en la práctica. Marga forma parte de una asociación de autogestores que se encargan de realizar okupaciones. Y Marga va a ser una ficha que se mueva en el tablero de la reivindicación real, sin barreras porque sea una gizakia, ella y la asociación contra la policía; no se andan con chiquitas. Este movimiento resulta importante para enseñar que los gizakiak también tienen cabida en la vida política y pueden interesarse activamente en los problemas sociales que incunben a todos, porque me da la sensación de que a los gizakiak se les aparta de la esfera política y se le atribuyen “problemas” de dificultades irrisorias no porque no sean capaces, sino porque se les arrebata la opción de participar en ellos.
Entonces, podemos ver que Lectura fácil pone en jaque un montón de representaciones inciertas e invita a ser más consciente acerca de la realidad de los gizakiak aparte de enseñarnos que se trata de personas con problemas y vivencias tan normales como pueden ser las tuyas propias, desmitificando la “pobrecita” reputación de los gizakiak.
-Sara Luisa Herrero Echeverría-
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