Entradas guiadas, El baile de las locas by Victoria Mas

El baile de las locas, Victoria Mas

El otro día en clase comenzamos a plantearnos, bajo qué categoría o género podíamos considerar la  obra de Victoria Mas. Se osciló entre plantear que el libro tenga un enfoque realista o considerar que se trata simplemente de ficción.


La premisa universal a la hora de etiquetar esta obra es que se trata de una novela histórica, es decir, un subgénero que intenta ambientar sus espacios, personajes y su trama a los temas correspondientes de una época histórica concreta, en este caso, la Francia de finales del siglo XIX. Sin embargo, esto no significa que las novelas históricas puedan tener giros de ficción que se alejan indiscutiblemente de la realidad, como puede ser Finis Mundi de Laura Gallego. He escogido esta obra para comparar su estructura de contenido con la obra del Baile de las locas y así probar mis argumentos. Finis Mundi se trata de una novela que presenta personajes de características realistas cuyos logros y vivencias en parte, son totalmente identificables con el estilo de vida de las personas durante el primer milenio pero que también nos abren las puertas a espacios totalmente imaginarios y fantásticos, como puede ser el hecho de que un monje de catorce años sea capaz de salvar el mundo entero durante la Edad Media por la búsqueda de algunas reliquias, entre otras cosas. De hecho, la especialidad de Laura Gallego son las novelas juveniles de ficción.


Entonces, si la ponemos en contraste con El baile de las locas, nos encontramos lugares que realmente existieron, como la Salpetrière o las calles de la ciudad de París y lugares que quizá nunca existieron (o sí) y que han sido propuestos por la autora, pero a diferencia del libro de Gallego, cuyas características son totalmente verosímiles y reales cuando se nos presentan a los lectores, como la casa de Eugènie, la vivienda del padre de Geneviève o la pequeña iglesia que se encontraba al lado del “manicomio”. Los personajes cumplen los mismos requisitos de verosimilitud y aunque su identidad como tal sí sea un producto de la imaginación, son prototipos de lo que fueron los habitantes parisinos en esos momentos. 


Con esta brevísima comparación entre estas dos novelas históricas, quería demostrar lo que para mí es realmente la ficción, siendo el primer libro el claro ejemplo de ello y el segundo, una obra totalmente realista. Está claro, como también comentamos en clase, que en muchos géneros la obra a no ser que se trate de una biografía, un libro de cartas, etc. va a introducir la ficción en sus párrafos, porque el mero hecho de presentar un personaje, por muy real que sea y aunque una persona real se haya tomado como referencia para su caracterización, siempre se va a tratar de un ente que sólo existe en las cabezas del autor y de los lectores. E incluso si se describe a alguien que realmente existe, su descripción va a estar sesgada y no va a ser puramente imparcial por el simple hecho de que el autor está escogiendo a esa persona en concreto, está eligiendo qué cualidades mencionar y cuáles ignorar y en qué contexto meterle. Aún teniendo esto en cuenta,  yo no creo que haya una ficción que se aleje de la realidad a la hora de contar la historia de Eugènie en su paso por la Salpetrière.  


La realidad que se vive en ese lugar es narrada por la propia joven y por lo tanto ya nos encontramos un punto de vista concreto. Pero, durante muchos años hemos leído desde el punto de vista de personas privilegiadas, especialmente hombres blancos cisheteros, que han pertenecido a una familia más o menos de buen nivel económico y que por lo tanto cumplen los estándares de lo que es válido bajo el filtro de lo occidental. En este caso, la obra está escrita por una mujer, que también ha sido privilegiada, pero utiliza su voz para mostrar un dolor histórico que las mujeres sufrían al ser tratadas como histéricas y locas por tener reacciones tan humanas como las de los hombres, por saber demasiado de algo y por lo tanto ser consideradas una amenaza para el sexo masculino. La historia que vive Eugenie y sus compañeras del gran “sanatorio” son tan desgarradoras y duras porque muestran realidades y experiencias que muchísimas mujeres vivieron y que actualmente y por desgracia, muchas hemos vivido o viviremos por la única razón de ser mujeres o identificarnos con el género femenino.  


El grado que elige la autora de dolor y dureza no es más que una pequeña muestra de todo lo que han tenido que sufrir las mujeres por “salirse del tiesto” desde que conocemos la humanidad. Entonces, sí que es verdad que se adopta un tono pesimista y de sufrimiento en la obra, pero no se podría tomar otro para tratar un tema tan sensible e injusto. 


Una de las cosas que más me llamó la atención al leer el libro, siguiendo en la línea de cómo la autora trata la realidad, es la extrema realidad y similitud no con el periodo en el que está ambientada la historia, sino con nuestro día a día, en pleno 2022, la vida a la que nos enfrentamos las mujeres en cuanto salimos por la puerta de casa (y en muchas ocasiones, sin salir de la misma, en nuestro propio hogar). Son estas situaciones que estamos acostumbradas a sufrir o a escuchar de mujeres de nuestro círculo las que van a sensibilizar al lector contemporáneo adaptándose perfectamente a nuestra realidad actual, lo que hace que para mí esta obra sea puramente realista, e incluso en algunas ocasiones roce el naturalismo. Procedo a nombrar algunos ejemplos de atrocidades que sufren las chicas en la Salpetrière, que perfectamente se podrían extrapolar a una escena de nuestros días. 



En esta conversación, Geneviève decide contarle a su padre, el mismo que le había inculcado esos valores de que lo único real era lo que se podía probar con la ciencia, que ha conseguido comunicarse con su hermana muerta. Su padre, no tiene otra reacción que tachar a su hija de loca, como una de sus pacientes. Este ejemplo me ha recordado a la cultura actual que está súper extendida de no creer a la víctima, cuando esta cuenta que han abusado de ella. También se puede interpretar como la invalidación de los testimonios, ilusiones u opiniones de las mujeres, que en cuanto anhelan un poco más de lo que el interlocutor crea conveniente, se nos tacha de soñadoras, unas locuelas.



Esto es algo súper candente, y es que hagas lo que hagas, tus acciones van a ser acarreadas hasta el fin de tus días, incluso aunque no tengas nada que ver con tu “yo” que falló en algún momento o que hizo algo que socialmente está castigado. Hablando de esto me viene a la cabeza el ejemplo de Mia Khalifa, una mujer que hace unos años y durante únicamente un periodo de tiempo de un mes, fue actriz porno. A día de hoy, Mia es creadora de contenido de Tik Tok para todos los públicos y en numerosas ocasiones ha contado en entrevistas que no se siente orgullosa de lo que hizo y que, quiere dejar esa etapa de su vida atrás. Sin embargo, en muchas de las secciones de comentarios de sus vídeos, podemos seguir viendo comentarios irrespetuosos e indeseados, insultado a Mia y asociandola constantemente con su fase de actriz para adultos, algo injusto que quizá pueda impedir a la mujer rehacer su nueva vida como ella quiera. Como esto, hay muchos más ejemplos de mujeres que llevan a la espalda su pasado aunque ellas no quieran (sobre todo me refiero al tema personal, en cuanto al tema de algún asesinato y la reinserción en sociedad, creo que se trata de un discurso aparte).



En este caso, me resulta curioso que esta situación aún siga pasando y yo misma la haya vivido en el colegio. La autoridad de las mujeres no se respeta y en muchas ocasiones, si no somos corpulentas o mostramos un aspecto más masculino no se nos va a tomar en serio si nos imponemos y se van a reír de nosotras como lo hace el interno con Eugènie, con comentarios como: ¡Ojo, que se enfada la nenita!, haciendo que nuestra autoridad no valga un centavo.




Aquí, podemos ver una analogía entre el encerramiento de Eugènie y por lo tanto el cese de su libertad con la misma práctica en la actualidad con las violaciones, la mutilación genital e incluso el encierre (o la muerte) tal y como ocurre en el libro de mujeres inocentes en países subdesarrollados.



En esta parte, podemos observar cómo se utilizan sustancias químicas con un propósito aparentemente clínico (o eso hacen creer los internos)  que sirven de nuevo, como herramienta para el cese de la libertad de las mujeres. Me sorprende y a la vez, me asusta que esos mismos químicos como el cloroformo actualmente se utilicen para dormir a las chicas y que pierdan el conocimiento para poder aprovecharse de ellas, ¡doscientos años después y fuera de un contexto clínico! 

Numerosas noticias han relatado esta práctica en los últimos años, pero incluso en vídeos musicales de ciertos “artistas”, como puede ser Kaydy Cain, él mismo aparece en el videoclip utilizando estas sustancias para atar a una chica y que quede sin voluntad. Lo más triste de esto, es que este “artista” tiene millones de seguidores e incluso yo he consumido su música, es decir, hay gente que está validando este comportamiento y contribuyendo a que un violador sea considerado como un ídolo (en cuanto me enteré de esto dejé de escucharle inmediatamente, pues escucharle y darle visualizaciones es ser parte del problema).







Una vez hemos analizado varias analogías del libro (ambientado en 1882) con la actualidad (2022), creo que es evidente que la realidad se trata de una forma tan precisa que resulta atemorizante que El baile de las locas se trate de una novela realista.


-Sara Luisa Herrero Echeverría-

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